Textos
EL ENANO DE MARGAT
-Había algo en el aire. La desgracia se veía donde uno mirase -continuó imperturbable el viejo profesor-. El campo era pura uña de gato y zarzamora. No resultaba fácil caminar, las tranqueras estaban rotas, los animales viejos y abichados, el galpón desvencijado siempre cerrado, y el olor, un olor indescriptible, penetrante y ácido, que picaba en la nariz desde que uno pisaba el campo y aquella tristeza que se sentía como caer de los árboles. Cuando Mauricio, el médico, se fue a trabajar a Montevideo, yo dejé de ir a ese lugar donde el olor era como de comadrejas y donde la dulzura estaba en las mágicas formas del cuero trenzado.