Textos

 

EL NUEVE DE GÜANDER

Es 1970 y mucho comienza pero demasiado termina.
Paul Mc Cartney nos cachetea con la noticia de que hasta acá Los Beatles.
Somos cuartos en México y no nos emociona, maracaneros.
Allende grita en Chile y callan Jimi Hendrix y Bertrand Russell y Janis Joplin y De Gaulle y uno sabe poco de todo o de todo un poco, pero eso sí,  muy poco.
El miedo de esos tiempos queda detrás de los muros de la cancha de Güander y el piso se tachona de cáscaras de maní que venden los Tesoro con sus bolsas de arpillera colgantes y de mandarinas que llevamos de la casa de cada uno.
Siempre hace un frío de aquellos pero a veces el aire del prado se calienta por goles en la hora y te inunda el calor del gigantesco vasco Phoyú que cobija cuadro, cancha, hinchada, río, pueblo.
Y ya entramos ganando.
Es que a los veintiún años no hemos aprendido a perder.
Y además, por Peñarol, sabemos que podemos ganar cualquier partido y mejor con la mano y en la hora.
Y de Peñarol viene la carta ganadora, el centrodelantero del Güander del 70.
Fue goleador del Uruguayo en el 60 con catorce goles y en el 61 marcó dos goles por debajo de Spencer, andá llevando.
Integró el equipo campeón de la Libertadores y de la Intercontinental y del primer quinquenio manya.
Fernando Morena dijo años después que él era su ídolo.
Y él dijo después que Morena fue su ídolo.
Pues ese tipo está aquí, colocándose en el área como nunca habíamos visto, cabeceando como con un zapato pero de cabretilla, tiene un guante en la cabeza decían.
Vino creo que de Ecuador, tiene la rodilla maltrecha pero la cabeza entera y lo que importa es que está aquí, jugando de 9.
Es el 9 del Güander, Angel Cabrera, el mercedario Negro Clano.
Con el Tono dejamos los bofes gritando sus goles.
Corre 1970.
No podemos perder.
Sin embargo tiritan las ramas de los paraísos de la cancha de Wanderers.
Sucias rachas tumban todas
las cometas que levanto
putea Miguel Hernández, pura víscera.
Sale campeón Juanicó.

 

Fotografía anterior
Próxima fotografía